Baúl 2018.

31-12-2018.

7.59pm

Hoy escuchando 19 días y 500 noches una burbuja interna explotó.

Primeramente, el baúl del 2018 se sintió como 3 años. Durante los primeros meses cada día parecía tener 26 noches, con cada 19 ya habían 500 noches… Mientras comenzaba a despertar, dejando atrás ilusiones… El inicio en el desvanecimiento del humo de miedos.

Además, abrir el bául permitió que transcurrieran procesos que había tratado de evitar a toda costa, mientras buscaba ver más allá del dolor, avanzaba con el peso en mis tobillos del cansancio, con ideales cuya liberación fue una apuesta a la valentía.

Otro punto fue que de estas 500 noches, cuando todo se veía como la oscuridad total y absoluta, desde el fondo solo seguía enfocándome en el papel de víctima.

Gracias al universo en el 2018 tuve ángeles en el camino, de toda gama de personalidad, desde la rudeza de alguien que se preocupa y te ama hasta la empatía que solo un hermano del alma puede ofrecerte.

Recuerdo que me levantaban el ánimo diciendo “ey Sara, a mirar para arriba que no es el fin del mundo, hay que regirse bajo el principio de la acción. ¿Quieres una solución? ¡Búscala, no te va a llegar por efecto de la gravedad!”

La Precuela del Baúl 2018:

Recapitulando, ¿Como no sentir que fueron 3 años si desde 1 mes antes del viaje se había empezado a escribir la precuela del 2018?

Aquí van los protagonistas: Búsqueda de evolución, ganas (y también su ausencia) de voluntad, miedos impresos, ansiedades. Bueno, che… Desde los aires se comenzaron a escribir Buenos Aires.

A todo esto, el 2018 fungió como recordatorio de sueños, de amor, de luz… Del dolor como el mejor maestro. ¿Un poco amargo, no señor dolor? Pero aprendimos a bailar, a tomarnos una rica taza de café y a dejarnos llevar por la magia de un poema.

Por consiguiente, fue un profesor transgresor de límites, estímulo de cuestionamientos personales, espirituales y psicológicos; fue un espejo para exponer facetas que jamás creí que podía ser capaz de cultivar.

De mis enseñanzas favoritas: Con un plan un sueño es una meta asequible.

Es increíble la cantidad de veces que me sentí contra las cuerdas. Fue mejor la sensación cuando en el desempeño vislumbraba una mejora, promesa de un crecimiento.

Del mismo modo, el autorreconocimiento positivo y negativo fue el personaje secundario de toda esta primera temporada, que en definitiva dio sorpresas. Su pareja incondicional: Soltar ilusiones. Ilusiones de quien era, de medidores sociales, de patrones tóxicos.

En consecuencia, los Hijos de esta primera temporada: El poder de la decisión, y su hermana el deseo al autoconocimiento.

Finalmente, hay un tinte de melancolía en el soltar la sensación de logro, el enternecedor recuerdo de algo cumplido para poder dejarlo ir y estar con las manos disponibles para labrar nuevos objetivos. So Let’s keep going!